LA ESCUCHADORA

Ariel Azor nos vuelve a sorprender con una nueva historia de realismo mágico ambientada en un México intemporal pero que bien podría ser actual, ya que todo el espacio-tiempo en el que transcurre la acción es relativo. Personajes imaginarios pero cuyas acciones trascienden a la realidad, como sucede en la vida misma, se mezclan con personas de carne y hueso que habitaron otra época y con otras que viven en el siglo XXI, en situaciones similares a las que se describen en el relato. El epicentro de la trama se sitúa en la Plaza del Zócalo de la ciudad de Oaxaca, donde el protagonista omnipresente es un majestuoso árbol, un hermoso y gigantesco guayacán o sinaloa, una especie que florece en colores rosa o amarillo y cuya presencia marca el devenir de todo cuanto le rodea. A su sombra nocturna, una energía atrapada por aquella fuerza de la naturaleza acude en la oscuridad a sentarse junto a sus raíces como un espectro, que trata de hacer después de la muerte, como todos los que siguen atrapados en aquel entorno, lo que no pudo hacer en vida: escuchar y aconsejar a quienes se le acercan para contarles sus problemas y pesares. Pero lo que propone no sólo ayuda a quienes le consultan.